Los mayores son el grupo de población quien más está creciendo y cada vez es más activo. Esta mayor actividad es una realidad positiva, pero a la vez, tiene su lado negativo, ya que a mayor actividad mayor exposición al riesgo, en el caso de la circulación surge lo mismo, cuanto más se participa en la circulación, mayor probabilidad hay de sufrir un accidente.
Según vamos cumpliendo años nuestra salud va sufriendo pequeños deterioros como pueden ser la reducción de nuestra capacidad visual y auditiva, una movilidad más reducida o una disminución de nuestras capacidades provocada, principalmente, por los efectos de la toma de medicamentos. Estos deterioros pueden tener influencia en nuestras capacidades y habilidades para circular, tanto si somos conductores como peatones.
Para una persona mayor, en ocasiones, más que para cualquier otra, el permiso de conducir es algo fundamental en su vida, y representa la esencia de su libertad de movimientos y su independencia, pero también es cierto que con los años, algunos conductores se ponen más nerviosos en determinadas circunstancias más o menos problemáticas. La paciencia se pierde con más facilidad en los atascos; los cruces y los accesos a autovías o autopistas les empiezan a generar más inseguridad; nuestras preocupaciones cotidianas nos distraen y perdemos la concentración que debemos tener cuando estamos al volante.
Cuando se den estas circunstancias habrá que poner todo de nuestra parte para mantener los cinco sentidos y conducir con la tranquilidad necesaria para circular seguros.
No se trata de prohibir que las personas de edad avanzada conduzcan, sino de poner todos los medios necesarios para que puedan seguir conduciendo con el menos riesgo para ellos y para los demás.
Tampoco se pueden pasar por alto los riesgos que existen al caminar por la calle.
El número de fallecidos por atropello en el año 2009 fueron 501 personas de más de 64 años, de las cuales 203 eran conductores, 92 eran pasajeros y 206 eran peatones.
Respecto a los peatones fallecidos, el 44 por ciento de ellos era mayor de 64 años y el 29 por ciento tenía más de 74 años.
No sólo la carretera es peligrosa, en las ciudades o zonas urbanas fallecieron 166 personas mayores de 64 años, siendo del grupo de edad más castigado por el tráfico.
Los motivos por los que las personas de edad avanzada son más suceptibles de ser atropelladas radican en el exceso de confianza que muestran en sus limitadas posibilidades, en las alteraciones sensoriales y perceptivas, en el exceso de confianza en los conductores y en las distracciones. A esto, también hay que sumarle que el tráfico normalmente no está diseñado para las personas de edad avanzada, encontrándose en un ambiente adverso y hostil.